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Durante tres décadas, Muhammad Alí convivió con el mal de Parkinson. Al principio trastabillaba con algunas palabras y se empezaba a mover algo lento, con cierta rigidez en las piernas. Después los síntomas se agravaron.

"Él (Dios) me dio la enfermedad de Parkinson para mostrarme que era un hombre como los demás, que tenía debilidades como todo el mundo. Es todo lo que soy: un hombre. Él (Dios) es el más grande" reflexionaba durante una entrevista en 1987.

El Parkinson es una enfermedad neurodegenerativa que provoca lentamente la muerte de las células que producen dopamina, un químico necesario para transmitir los mensajes del cerebro a los músculos, haciendo que el paciente sufra temblores y dificultad para caminar y moverse. Hasta ahora se desconoce tanto la cura como el por qué de la enfermedad, aunque existen medicamentos y ejercicios que ayudan a controlar los síntomas.

El mal de Parkinson es la segunda enfermedad neurodegenerativa más frecuente después del Alzheimer y se estima que entre 7 y 10 millones de personas la padecen en todo el mundo, según la Fundación de la Enfermedad de Parkinson. Por lo general, se presenta en personas mayores de 50 años y es uno de los problemas del sistema nervioso más común en adultos mayores, afectando más a los hombres que a las mujeres. En muchos casos es hereditario.

Cuando la enfermedad avanza, se presentan problemas de equilibrio, dolores musculares, baja presión arterial, postura encorvada, estreñimiento, sudoraciones, dificultad para deglutir, habla lenta, falta de expresión facial, temblores cada vez más notorios, confusión, pérdida de memoria y en muchos casos hasta demencia.

"Cuando me hablan, algunas personas suben mucho la voz. Otras, lo hacen muy lentamente y hay quienes hacen las dos cosas. No me cuesta oír y mi enfermedad no ha afectado mi habilidad para pensar y razonar. Simplemente me muevo más lentamente y hablo más tenuemente y con menos frecuencia", explicaba Alí.

“El diagnóstico fue difícil de aceptar. Al principio hubo momentos en los que podía sacar todos los pensamientos sobre la enfermedad de mi cabeza. Más tarde, cuando no se podían ignorar los síntomas físicos, tuve períodos de frustración y depresión, contra los que tuve que luchar tan vigorosamente como contra cualquier oponente que he enfrentado en el cuadrilátero. (...) Tengo una enfermedad que hace que sea difícil para mí hablar y moverme de la forma que quiero. Dos actividades que me eran tan fáciles como respirar”, escribió Alí en uno de sus últimos textos biográficos, The Soul of a Butterfly.



Muchos pensaron que la causa de la enfermedad era el boxeo. Y tenían motivos para sospecharlo. Hacia 1980 había una generalizada preocupación por la salud de Alí, hasta el punto que la Comisión de Atletismo Estatal de Nevada se vió en la necesidad de solicitar a un equipo de la Mayo Clinic que lo examinara. Para los médicos, sus recientes y cruentas peleas con Joe Frazier, Leon Spinks y Ken Norton no habían afectado su salud, que seguía siendo “excelente”, pero su cerebro tenía un "pequeño agujero ubicado en las membranas que separan los ventrículos". Dicho veridicto no impidió que la comisión extendiera su licencia de boxeo.

El 2 de octubre de ese mismo año, en el Ceasars Palace de Las Vegas, Nevada, Alí peleó contra Larry Holmes en lo que se considera uno de los eventos más vergonzosos de la historia del boxeo. Holmes apabuyó a Alí, hasta que la esquina de Muhammad detuvo la pelea en el décimo round. Los comentaristas dijeron que se veía a Alí "apagado y errático, hasta para tocarse la nariz", y que sus palabras eran inconexas. El doctor Ferdie Pacheco, que había acompañado a Alí anteriormente en el ring, declaró a los medios de la época: "Todas las personas involucradas en esta lucha deberían ser detenidas. Esta pelea fue una abominación, un crimen”.

Sin embargo la historia no paró ahí. Muhammad se puso los guantes todavía una vez más, frente a Trevor Berbick en las Bahamas, en 1981. Fue su última pelea y también la perdió en el décimo asalto. "Tuve que admitir que todo había terminado. El tiempo finalmente me había alcanzado. (...) Nunca hubiera podido decir adiós al boxeo, por lo que el boxeo se despidió de mí. (...) Alguien escribió que me quedé en el juego demasiado tiempo y que lo que amaba terminó por destruirme. Pero si pudiera hacerlo todo de nuevo, haría exactamente lo mismo. Todo lo que he sufrido físicamente valió la pena por lo que logré en la vida", escribió en su biografía "The Soul of a Butterfly: Reflections on Life's Journey".

En el mismo libro autobiográfico, refiriéndose a la relación entre el boxeo y su enfermedad, afirmó: "Algunas personas confunden mis limitaciones con un daño cerebral. Quizás eso se debe a que hay quienes han dicho que estuve por mucho tiempo en el cuadrilátero y que el boxeo me causó esos problemas. Pero no es verdad. Hubiese tenido Parkinson si hubiese sido un panadero. No hay muchos boxeadores que tengan Parkinson y hay muchas personas que tienen Parkinson que nunca han visto una pelea de boxeo y mucho menos han estado en una."



Muhammad Alí pasó sus últimos años devastado por la enfermedad de Parkinson, pero nunca se retiró de la vida pública, ni se rindió. En lugar de ello, inició una cruzada contra ese mal. Aunque ya no podía hablar y sus movimientos eran muy limitados el boxeador dedicó mucho de su tiempo a apoyar eventos benéficos para recaudar fondos para la investigación de la enfermedad neurológica. En 1997, Alí fundó, junto al filántropo Jimmy Walker y el doctor Abraham Lieberman, el Centro MAPC, por sus siglas en inglés, "Muhammad Ali Parkinson Center", en Estados Unidos.

Alí también testificó ante el Congreso de Estados Unidos varias veces en audiencias sobre la aprobación de fondos de investigación para la enfermedad y reformas del boxeo profesional. Una ley aprobada en 2000 para regular el boxeo lleva su nombre que busca proteger a los boxeadores de promotores sin escrúpulos y de las malas condiciones de salud y combate.

“El Parkinson me ha enseñado a disminuir la velocidad y dar pasos más pequeños. He aprendido a moverme a un ritmo diferente. He llegado a apreciar tanto la rapidez como la quietud. Aunque espero que haya una cura para el Parkinson, mis oraciones están con todas las personas del mundo que están sufriendo, no importa cuál sea la causa. Cada día es diferente, y algunos días son mejores que otros, pero no importa cuán difícil sea el día, me levanto y lo vivo. Y es la combinación de voluntad y fe la que me ayuda a hacerlo”, escribió en The Soul of a Butterfly.

" Ali llamó la atención del estadounidense promedio sobre el Parkinson. Estamos muy agradecidos con él. Ayudó a nuestra comunidad de una manera tremenda", dijo Leslie Chambers, Presidente y CEO de la American Parkinson Disease Association al New York Daily News. Y es que el deportista inspiró a millones de personas, incluido el actor Michael J. Fox, recordado por protagonizar la clásica saga Back to the Future, y a quien también le diagnosticaron parkinson cuando tenía 29 años.

“La primera vez que hablé con Muhammad fue después de que me diagnosticaron con la enfermedad de Parkinson. Él buscó acercarse, pero me tomó dos o tres días antes de que pudiera responder a su llamada porque estaba muy nervioso. Finalmente, lo llamé desde el teléfono del baño, para que nadie me interrumpiera”, publicó la revista Rolling Stone. “Se notaba en el teléfono que estaba muy tranquilo al principio, y se podía oír su respiración. En voz muy baja, me dijo: ‘Lamento que tengas esta enfermedad, pero contigo en la lucha, tenemos una mejor oportunidad de ganar”, relató el actor.


Para finalizar, recordamos un momento memorable en la vida de Muhammad Alí cuando, para sorpresa total del público, recibió la antorcha de los Juegos Olímpicos de Atlanta 1996. Alí, con el cuerpo tembloroso por la enfermedad, alzó la tea y procedió a encender el pebetero. En esos mismos juegos, la medalla olímpica que había ganado en Roma, y que había botado, le fue reemplazada. Durante muchos años Alí afirmó que dicha medalla la había lanzado al río Ohio en protesta por no haber sido atendido en un restaurante de Kentucky, debido al color de su piel.

Este fue uno de los muchos homenajes que recibió el deportista, el líder, el activista social, el buscador y el ícono de la cultura pop, quien con su autenticidad transformó el mundo. Esa fidelidad a sí mismo, tal vez sea el secreto de su brillante vida. Por ello, como conclusión, cabe citar sus propias palabras: "Hay algo que no ha cambiado con el tiempo… Todavía soy lindo".


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